El resplandor del verano: espumantes para cada ocasión

Año Nuevo, cumpleaños, casamientos, cualquier tipo de evento va acompañado de un mismo elemento: el champagne. ¿Pero por qué esta bebida se ha vuelto imprescindible a la hora de brindar?

La historia nos ubica a mediados del siglo XVII, en la región de Champagne, Francia. Por esos años le habían encargado a un monje que supervisara la producción de vinos de la abadía y, a la vez, que intentara buscar una solución para el “problema” de las burbujas en el vino.

El monje, conocedor de las viñas, logró producir un vino blanco derivado de uvas tintas. Lo que no consiguió fue terminar con las burbujas. Estas seguían apareciendo. Pero esa bebida loca, como la llamaba, se volvió muy requerida y decidió continuar elaborándola. El monje era Dom Pérignon.

Con el tiempo, comenzó a usar botellas de vidrio grueso, capaces de soportar la presión de las burbujas, y se desarrolló un nuevo corcho para su preservación.

El champagne representa lujo, alegría, fiesta. Muchos años atrás era una bebida tan exclusiva que solo la podía disfrutar la aristocracia. Y como estaba destinaba a un grupo muy reducido y selecto, en una época en la que era muy normal que se envenenaran las copas, se las solía chocar fuertemente para que el contenido pasara de una a otra. De esa manera se demostraba que no había veneno.

No todos los espumantes son iguales. Existen diferencias importantes que no solo tienen que ver con su lugar de origen. Veamos de qué se trata:

Vale hacer una aclaración importante en cuanto a la producción de estos espumantes y es que el método Champenoise es la técnica tradicional, usada por Pérignon.

Los vinos espumantes se imponen especialmente cuando llega el calor a nuestros días. Resultan grandes protagonistas de reuniones familiares o con amigos, y servirlos con platos adecuados convierten un momento en una experiencia distinta. De esto se trata el maridaje, de unir alimentos con bebidas que realcen su sabor.

Primer tip. Durante el verano se dejan de lado los platos cálidos y se reemplazan por elaboraciones frescas, como pescados, mariscos y ensaladas. Son elaboraciones que van muy bien con el sabor ácido y la presencia del gas carbónico del vino.

El segundo, es dejar de lado comidas muy condimentadas, y en cambio optar por aquellas con salsas a base de crema.

En cuanto a los postres se sugieren aquellos a base de frutos rojos, chocolates, helados y hasta quesos.

Los espumantes son tan versátiles que van bien con casi todos los tipos de comidas, y en cualquier momento del día. Poco a poco, esa tendencia de que solo se trata de una bebida para celebraciones, va siendo reemplazada por el simple hecho de disfrutarla acompañada de una buena comida.

• La presión dentro de la botella equivale a tres veces la presión de los neumáticos de un automóvil.
• Hay más de siete millones de burbujas por botella.
• Se le dice Champagne solo si procede de Francia.
• Su temperatura ideal es 8°C.

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